“Dios me es
testigo que en esto que les escribo no miento. Más tarde fui a las regiones de
Siria y Cilicia”. Gálatas 1:20, 21 NVI
¿Acaso necesitaría
Pablo aclararles a los Gálatas, que todo esto que le había escrito no eran
mentiras y que Dios mismo era su testigo respecto a esa verdad?
Es indudable que
sí, que lo necesitaba.
¿Alguien se
atrevería a preguntarse por qué razón?
La respuesta se
cae de madura, por la misma razón que hoy mismo debería aclararlo una vez más… la
proliferación de mentirosos dentro de lo que llamamos el pueblo de Dios.
- ¿Mentirosos en
la iglesia?
- ¿Cómo puede ser
eso si ellos ya saben que el padre de mentira es Satanás?
No sé cómo puede
ser eso, lo que sí sé es que esa patraña de que existen las “mentiras piadosas”
que pueden decirse sin cargo ni culpa que inventó Satanás, ha sido creída hasta
por ciertos predicadores que las usan en el púlpito “con fines bondadosos”, tal
como “ayudar” a la evangelización.
Pregunto, ¿puede
alguien ingresar al reino de un Dios de verdades, sutilmente empujado por
determinadas mentiras?
Créeme… Satanás ha
ganado más ventaja de la que tú y yo podemos comprobar.
Amén.
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